lunes, 15 de noviembre de 2010

Al otro lado del charco...






Es increíble como ocurren delante de nuestros ojos, cosas impropias de un país civilizado, en un deporte de tan alto prestigio y seguimiento. El mundo del futbol está siendo gravemente dañado por los propios aficionados, que en cada partido de cada estadio, demuestran una vulgaridad y falta de educación total, hacia los deportistas, las otras personas del público, y hacia ellos mismos.

Y lo peor de todo no es el problema en sí, lo peor es como se mira hacia otro lado, sin intentar buscar una solución a lo que ocurre.

En el mundo de los ciegos, el tuerto es el rey, pero sigue siendo tuerto…

La FIFA, la UEFA y las ligas de cada país, deben tomar cartas en el asunto, adoptar medidas que ayuden a conseguir que el espectáculo se desarrolle con total normalidad.
Aquí parece cómico pensar, que un país con Estados Unidos, con el mayor índice de criminalidad del mundo, nos pueda dar ejemplo.

Estoy cansado de ver, como en los campos de futbol, cuando un futbolista se dispone a botar un córner, le lluevan todo tipo de objetos, que son lanzados con la intención de provocar daño al jugador.
Por eso los campos de futbol, retrasaron las gradas del césped, pusieron en algunos vallas de seguridad o pista de atletismo y al final, el que pierde es el aficionado que sin culpa alguna, ve como le separan cada vez más de lo que desea ver.

Claros ejemplos de esto fueron: La lluvia de objetos (cabeza de cochinillo incluida) que le tiraron a Figo en el camp nou, la jabalina que le lanzaron a Dida en riazor, o más recientemente, la bola de papel y demás basura arrojada sobre casillas.

Por eso tengo una sana envidia de los aficionados estadounidenses, que pueden disfrutar de sus estrellas tan cerca que en ocasiones las oirán respirar. Pongo el ejemplo de la NBA.

En la canchas de la NBA, los banquillos no están cubiertos, justo la hilera de asientos detrás de ellos, esta siempre llena de gente. Hay unos asientos denominados “Pie de cancha” que están directamente en el parqué. No hay vallas ni verjas, ni siquiera presencia policial delante del público, están al margen.
La mayor rivalidad en la liga, Boston Celtics – Los Ángeles Lakers, se vive dentro del pabellón con total normalidad. Los jugadores pasan a escasos metros del público, en ocasiones menos de un metro sin que nadie les tire nada, se levante para pegarles, agarrarles u otra cosa o les insulten de manera racista o xenófoba.

Incluso, si un jugador se lanza en plancha a por la pelota para evitar que se pierda, y va a caer a la grada, nadie del público se atrevería a pegarle o insultarle, es más, se le ayuda a levantarse y se va, sin más.
Al árbitro, tan bien se le respeta, no se le tira con nada, cuando toma una decisión, si no están de acuerdo (gracias a la reproducción visual del monitor, pueden ver la jugada) gritaran “ooooohhhh”, pero no se le perseguirá como a una quema de brujas igual que se hace aquí.

Además, la propia liga, tiene un comité de disciplina, que aplica sanciones siempre que estas normas no se cumplan.

Si una cancha tira objetos a los jugadores, árbitros etc etc, la NBA multara al equipo con 25.000 $, 50.000 $ o 100.000 $. Tan bien multaran al equipo si su afición lanza insultos racistas.
Y en el caso de los entrenadores y jugadores, pueden ser multados y castigados con partidos de sanción, si su comportamiento o declaraciones no son los idóneos.

Todo este revuelo montado por la prensa española entorno al Sporting – R. Madrid, acabó pareciendo un Preciado Vs Mourinho. Declaraciones calientes de uno y otro, partido más caliente con acciones impropias de futbolistas, un árbitro pidiendo a gritos una temporada en la nevera y hasta la afición gijonesa, tan digna y animosa como es, se comporto de manera sucia con el R.Madrid.

El súmmum llegaría al finalizar el choque, cuando se produjo un cruce de palabras entre un ayudante de Mou y Preciado, que termino en el parking del molinón, desde la ventanilla del autobús, Mourinho hizo el símbolo de la victoria (tan bien se puede interpretar como “a segunda”) y Preciado enloquecido, le tiro una botella mientras se tocaba las gónadas y vociferaba.

Mal final para un mal partido, pero se veía venir. El problema fue que nadie quiso hacer nada para frenarlo.
Una multa de 50.000€ a los dos entrenadores hubiese bastado para dejar clara una cosa: El producto es lo más importante, en lo que interesa vender, y ni siquiera los propios jugadores, técnicos o directivos pueden estropear.

Ahora más que nunca, deberíamos de tomar el ejemplo del otro lado del charco, y que el comité de competición actué de manera rápida y eficaz.

Las estrellas tienen que dar ejemplo, sobre todo a los más pequeños, y las peleas aunque sean verbales, no es una forma de ello.

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